Olivo: desde los albores de los tiempos
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El olivo siempre ha estado presente en estado salvaje en el Cáucaso y en la zona mediterránea. Los numerosos hallazgos arqueológicos y las citas de los textos más antiguos atestiguan que desde tiempos inmemoriales el hombre aprendió a apreciar sus preciosos frutos y a utilizarlos para obtener aceite.
El inicio del cultivo del olivo parece remontarse a hace unos 6000 años, en Asia Menor. Los códigos babilónicos (unos 2500 años antes de Cristo) ya contienen normas para la producción y el comercio del aceite de oliva.
En las antiguas civilizaciones griega y romana, además de ser ampliamente cultivado, el olivo es considerado una planta sagrada, protagonista de diversos mitos y leyendas. Del mismo modo, en las religiones islámica y cristiana, el olivo y el aceite asumen papeles simbólicos, de paz, signo de investidura real…
En un tiempo relativamente reciente, el olivo, junto con el éxito de la «dieta mediterránea», se ha extendido más allá de la zona de cultivo típica del Mediterráneo a países y zonas geográficas de otros continentes: California, Egipto, México, Argentina, Chile, Australia, China, Japón y Corea.
En el jardín
El olivo (Olea europea) pertenece a la extensa familia de las oleáceas, que incluye plantas típicas de las regiones cálidas, templadas y tropicales.
Es una planta perenne y, si las condiciones climáticas son favorables, no detiene su actividad vegetativa durante todo el año.
El crecimiento no es muy rápido, dependiendo de las condiciones del suelo y del entorno, es necesario esperar 4-5 años antes del inicio de la fructificación, unos 20 para que alcance características «ornamentales». Sin embargo, la planta es muy longeva y puede alcanzar fácilmente varios siglos de edad. Son muy valoradas las composiciones paisajistas con olivos milenarios.
Las hojas tienen una forma alargada, oblongo-lanceolada, de color verde oscuro en el haz, más pálido en el envés. La forma y la consistencia coriácea de las hojas (protegidas por capas de ceras) limitan la transpiración y confieren a esta especie una considerable resistencia a la sequía.
Requisitos de cultivo
Buena adaptabilidad a los suelos difíciles, incluso a los poco fértiles, calcáreos y rocosos. En cambio, sufre en caso de suelos pesados con mal drenaje.
Es bastante sensible a las bajas invernales, cuando éstas caen por debajo de los -10ºC, el olivo puede sufrir importantes daños en las yemas e incluso en la estructura leñosa.
Planta típicamente mediterránea, se adapta también en el norte, en las zonas micro climáticas más favorables, por ejemplo en las primeras colinas de muchas regiones septentrionales, no le gustan los suelos pesados y húmedos y la humedad del aire, por lo que no se recomienda en las llanuras, especialmente las húmedas y arcillosas.
El olivo, sin embargo, dentro de ciertos límites, puede vivir también fuera de las regiones mediterráneas, sobre todo si el uso es ornamental y no productivo.
Como prueba de ello, sobre la base de los hallazgos y las pruebas históricas, se está experimentando el «retorno» del cultivo del olivo en las estribaciones de varias regiones del norte donde las condiciones de microclima y suelo son favorables a la planta.
El olivo tiene una gran capacidad de regeneración, pudiendo reconstruir casi por completo el follaje en caso de daños por heladas u otras adversidades.
- Cultivo: El olivo es una planta muy «rústica» con necesidades limitadas.
- Riego: El riego debe ser frecuente sólo durante los primeros años de desarrollo. Cuando la planta ha desarrollado un aparato suficiente puede limitarse a períodos más cálidos.
- Fertilización: Incluso para la fertilización, el olivo no tiene necesidades especiales. En la etapa juvenil puede ser útil administrar algo de nitrógeno para estimular el crecimiento, siguiendo la regla de: «poco y a menudo». En las plantas adultas, la distribución en primavera de un abono complejo (NPK que contenga nitrógeno, fósforo y potasio) puede ser suficiente.
- Adversidad: Hay pocas adversidades y, si el cultivo es sólo con fines ornamentales, la defensa se resuelve con muy pocos tratamientos. En la reanudación vegetativa, basta con realizar un tratamiento con productos de cúpricos (hidróxido, oxicloruro), para desinfectar los cortes de poda y evitar la instalación de hongos responsables de la «podredumbre de la madera» o «loba». Esta intervención también es activa contra el ojo de pavo real, una de las adversidades más comunes del olivo.
La tendencia de la ornamentación con olivos
Junto con la mejora alimentaria, el olivo ha experimentado en los últimos años un redescubrimiento a nivel paisajístico y ornamental y la venta de olivos ha crecido de manera exponencial.
En muchos jardines de reciente creación se ha puesto de moda el uso de olivos viejos, pero la utilización de olivos seculares en el diseño de los jardines es una tendencia que debe ser controlada y se debe hacer una recuperación de los olivos milenarios.
Si elegimos para nuestro jardín olivos jóvenes de pocos años, aunque parezca una elección poco llamativa, a cambio, podremos seguir su crecimiento y pensar que quedará para las generaciones futuras, que podrán disfrutar de su belleza, como recuerdo de quienes lo plantaron.
Poda
La poda del olivo puede considerarse relativamente sencilla y poco exigente en comparación con la de otras plantas frutales. Es importante, sobre todo en el norte, realizar cualquier intervención al final del duro invierno, desde finales de febrero hasta principios de marzo.
En las plantas jóvenes, la poda debe servir para guiar el crecimiento de forma equilibrada y dar a la planta la forma que se desea obtener.
Sin embargo, en la fase juvenil, siempre es aconsejable limitar los cortes al mínimo, apoyando el desarrollo natural y dejando que la planta adquiera un aspecto lo más «natural» posible.
En el momento de la plantación, se deben eliminar todas las ramas del tronco hasta una altura de 50 cm del suelo y, si es necesario, se puede ralear ligeramente el follaje para reequilibrar la relación con el sistema de raíces.
En los años siguientes se debe fomentar el crecimiento de la parte superior y de 3-4 ramas laterales (las ramas primarias), posiblemente insertadas en espiral en el tallo a una altura de entre 50 y 80 cm. Hay que eliminar todos los «competidores», es decir, las ramas vigorosas que crecen cerca de la parte superior o en el centro del follaje.
En los olivos adultos, la poda puede consistir en una simple remonda, es decir, un aclareo muy ligero del follaje, con el fin de limpiarlo de ramas podridas o muertas, eliminar algunas ramas agotadas tras la fructificación y estimular la emisión de otras nuevas.
En caso de que sea necesario realizar algunos cortes de gran diámetro, para eliminar o acortar una rama principal, siempre es aconsejable cubrir la superficie de corte con masillas desinfectantes para protegerlas del ataque de los hongos.